Un poco de historia ‐ Cine Coreano


¡Hola, amantes de toda la cultura coreana!

Cada país del mundo, tiene su manera particular de entender el arte y, como no, eso incluye al cine. Desde que los hermanos Lumiere presentaron el cinematógrafo en el Salón indio del Grand café de París en 1985, cada rinconcito del mundo, cada pueblo, a lo largo de los años, ha ido perfeccionando y plasmando su propia realidad social y cultural con cada nuevo film. La visión del autor muestra sus influencias, vivencias y su particular forma de entender este arte.

Muy atrás queda ese 1903 cuando, en un almacén de Seúl, se proyectó una película japonesa. Fue la primera toma de contacto de este país con el séptimo arte. De todas formas, no sería hasta el año 1923 cuando se estrenaría la primera película muda puramente coreana, “El juramento de Wuol‐Hwa”, y la primera película sonora, “Chunjang‐chon”, en el año 1935. A partir de aquí, el cine se comenzó a tomar mucho más en serio. Se crearon instalaciones modernas y adaptadas a una producción constante, buscando preparar películas que se tradujeran en grandes recaudaciones y ofrecer un espectáculo cada vez más demandado por la sociedad coreana.

Corea recuperó su independencia de Japón en el año 1945, así surgió una nueva generación de cineastas que, agradecidos a su nuevo modus vivendi, realizaron películas como “Viva la libertad”, en 1946. Esta alegría duró más bien poco porque en 1950 estalló la guerra civil de corea y el cine sólo sirvió como un arma más de propaganda militar para ambos bandos.


En los años 60, Corea ya está separada entre norte y sur y, en el sur, surgen los primeros canales de televisión. En esta época, surgió el llamado género joven (películas de la juventud rebelde de la posguerra), y estallará el boom de su cine. Se produjeron más de 1.500 títulos de este género pero, a su vez, llegó la aparición de la censura. Esta censura se hizo aun más fuerte en los años 70 bajo el gobierno de Yu‐sin, el cual, modificó las leyes de tal forma que hasta las productoras estaban obligadas a realizar hasta cuatro películas al año con sus ideas políticas.

En el año 1987 se celebran las primeras elecciones democráticamente justas en Corea, lo que dio pie a la eliminación de la censura impuesta, cosa que permitió un amplio abanico de cambios estéticos y narrativos y la aparición de nuevos autores que empiezan a tratar temas hasta la fecha tabú, como el sexo o la violencia.

Las Chaebol, que son lo que aquí entenderíamos como el IBEX 35, (aunque, específicamente, nos referimos así a las empresas españolas que cotizan en bolsa, pero es para que os hagáis una idea) son las empresas de mayor poder en Corea, que cuentan con un fuerte apoyo financiero y político por parte del gobierno para encabezar el despegue económico de este país basándose en el modelo capitalista. Samsung o Daewoo, son dos ejemplos de empresas pertenecientes a las Chaebol. Estas empresas también tenían sus intereses en la industria cinematográfica, por ello, financiaban siempre a su conveniencia producciones patrias (financiar películas, fusionar filiales, apropiarse de los circuitos de exhibición). Su enriquecimiento ha contribuido a convertir Corea del sur en una de las cuatro superpotencias asiáticas, siendo la 13ª economía mundial y, en lo que a cine se refiere, una de las cinco cinematografías más grandes del mundo.

Aunque aún hay un problema, la exportación del cine coreano es muy baja en comparación con su producción. Exportan sobre todo a países vecinos como Japón. Sin embargo, el 80% de sus ingresos proviene del público puramente coreano y eso gracias a la creación de las multisalas, las cuales han salvado en buena medida la economía de esta industria.


Corea sufrió una gran crisis económica en 1997 y, a pesar del crecimiento de la distribución en salas de todo el país, el bajo rendimiento en la distribución en alquiler y venta de vídeo, no consiguió mantener a flote la inversión que, en su momento, realizaron las Chaebol a la industria cinematográfica. Este modelo comenzó a desaparecer dejando paso a los propios creadores: Actores, directores y escritores de éxito que se volvieron independientes y crearon asociaciones temporales para llevar a cabo sus obras como “freelancers”. Compañías como CJ Entertaimen, Lotte Cinema o Mediaplex, siguieron esta línea abierta por las Chaebol e intentaron fusionarse con competidores, conseguir financiación extranjera, asumir las operaciones de distribución y abrir más multisalas de gran calidad digital y sonora. En 1999 el gran éxito de la película “Shiri” abrió el camino de esta industria en busca de nuevos retos, más exportación internacional y una visión más ambiciosa en todos los sentidos. Los presupuestos también se duplicaron, cada producción oscila entre los 15 o incluso los 25 millones. La nueva corriente artística también ha influido mucho en este cambio.

Pasados casi 15 años, la industria cinematográfica coreana aún no ha cumplido con sus objetivos. Aún es muy difícil ver films de este país en salas, por ejemplo, españolas. Y es una pena, ya que con grandes obras maestras como la fantasía romántica “Soy un Ciborg” o “Old Boy”, las dos de Park Chan‐wook y con él, grandioso actor Choi Min‐sik en la segunda mencionada. “Hierro 3” o “Seom” de Kim Ki‐duk, “The Yellow Sea” de Na Hong‐jin, el homenaje al western “El bueno, el malo y el raro” de Kim Jee‐woon, director que ha dado el salto a Hollywood (al igual que el actor Lee Byung‐hun al que vemos en películas como G.I. Joe). Suyas son, también, “The Man from Newhere” “I Saw the Devil”. “The Host” (No confundir con el juvenil blockbuster americano titulado “La Huésped”) de Bong Joon‐ho con él genial Song Kang‐ho... Y así, innumerables títulos más. Estos son solo unos ejemplos, algunos conocidos en nuestro país, pero no con la fuerza que se merecen, pues no encontramos una difusión fuerte a la altura de estas obras.

En España podemos disfrutar de esta industria en festivales como el Barcelona Asian Film Festival (BAFF) en la Ciudad Condal, el Fancine Universidad de Málaga, El Festival de Sitges o CINEASIA, también en Barcelona. Estos festivales sirven de pantalla para paliar la poca difusión de cine asiático en este país.

La invasión japonesa, su guerra civil, o la “ocupación amiga” de los Estados Unidos y todo lo que este país ha introducido en su “protegido” (y no solo hablo de Pepsi o McDonalds), ya que durante mucho tiempo han sido quienes han controlado la vida de los coreanos; son la historia de Corea durante este siglo pasado y nuevo.

Todo ese contexto histórico ha influido mucho en la mente de sus creadores. Los géneros cinematográficos en Corea son muy variados, no es una nación que cuente con géneros muy genuinos y diferenciados, más bien adaptan sus influencias cinematográficas a su modo de entender el cine.


A mí me gusta decir que el mejor y más propio género coreano es la mezcla de géneros. Un film puede comenzar como una película de terror al más puro estilo “slasher” (cine de psicópatas americano), pasar a una relación romántica entre los protagonistas con diversos toques de humor durante el desarrollo de la cinta y acabar como una película de acción al más puro estilo de John Woo, el maestro del cine de acción de Hong Kong, todo ello con una vertiente dramática muy conseguida. Tal tarea parece descabellada, pero la maestría con la que los autores coreanos la ejercen, hace que case todo de forma sublime y que en ningún momento se pierda el hilo de la película ni resulte nada como puesto con calzador.

Una forma de ver y entender el cine muy alejada de la máquina de hacer dinero en la que han transformado esta industria a nivel casi global, sin tapujos, sin censuras, cuidándolo y amándolo, mezclando géneros de forma magistral, contando aquello que se desea contar sin remilgos. Debido a las tensiones con sus vecinos del norte, esperemos que el único bombardeo que se vuelva a ver en este magnífico país sea de más y más películas de excelente calibre, cosa que de momento es así.

Cine creado por gente que ama el cine eso es, a mi humilde entender, el cine coreano. Y quién ame el cine, debe ser conocedor de esta industria.

Un fuerte abrazo a Sergio Marmolejo, cuyos conocimientos en la materia me han ayudado a elaborar este
pequeño informe y por la pasión que nos une hacia esta industria tan desconocida en nuestro país.

By: Carlos Gayoso (K‐rolos) de Vigo, vive entre Barcelona y Madrid. Creador freelance. Productor (Cine, radio, tv y espectáculos) y estudiante de realización. Director y guionista, en proceso y si me dejan. propietario, diseñador, marketing y publicidad de la marca streetwear AT∙RISK unltd.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Wow muy buen artículo! hay muchas cosas que no sabía

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Anónimo dijo...

A la gente que visita este blog si que le interesa Corea, así que abstente de hacer este tipo de comentarios. Por cierto, buen artículo!

Anónimo dijo...

He disfrutado y aprendido mucho, gracias por tener a este gran colaborador. Espero más artículos de este gran nivel